En este artículo analizo la situación geopolítica tal y como la preveo para 2025. En concreto, explico que Estados Unidos está comprometido con el multiculturalismo civilizacional y que un acuerdo con China aportaría ventajas innegables.
En 2022, anticipé un escenario de 6 etapas sobre el fin de Europa. Aunque la Europa política sigue oficialmente viva, la Europa económica se acerca más a la muerte cerebral, por lo que me veo obligado a admitir que el escenario que había previsto no queda muy lejos de la realidad, incluso si las fases se están produciendo con mayor rapidez a la anticipada. Ahora que estamos a principios del 2025, ha llegado la hora de echar otro vistazo a las dinámicas geopolíticas globales y considerar el futuro cercano.
China: ¿Es posible un acuerdo con EE.UU.?
Trump se asentará en el poder, lo que convertirá a China en un objetivo comercial, algo que repitió antes de su toma de posesión. Pero, ¿podría esa furia contra los intereses económicos de China darle al presidente Trump alguna ventaja a la hora de negociar? Para ello hay que hacer frente a dos problemas prioritarios:
- El déficit comercial de EE.UU., algo que enfurece a Trump
- La guerra en Ucrania, que está costando miles de millones al contribuyente, y a la que Trump está decidido a poner fin en tiempo récord
Los votantes esperan ver una solución para estos 3 problemas, y dicha solución podría llegar de la mano de un acuerdo con China. Trump solo piensa en términos de «tratos», y la situación actual le permitiría cerrar uno: el apoyo de China para ponerle fin a la guerra en Ucrania a cambio de una reducción (¿o quizás eliminación?) de los aranceles.
Este acuerdo sería una idea brillante y le permitiría a China revivir su máquina de producción que actualmente se encuentra congelada, algo que está dañando a las clases medias. Los productos chinos podrían así inundar Europa, y Trump estaría encantado con ello. En consecuencia, el precio del petróleo volvería a subir, una buena noticia para los productores de petróleo de EE.UU., cuya producción recibiría todo un impulso. Queda por ver qué haría el presidente chino; ¿presionaría a Rusia para que aceptase la paz? ¿O fingiría su acuerdo y lo armaría a través de Corea del Norte?
En su búsqueda de un «acuerdo» respecto a Groenlandia y Canadá, Trump está validando de manera indirecta la visión civilizacional multipolar de los rusos y chinos.
Estados Unidos: ambiciones expansionistas sin precedentes
Las ambiciones expansionistas de Estados Unidos tienen 2 vertientes:
- Geográfica
- Ideológica
En su búsqueda de un «acuerdo» (otra vez) respecto a Groenlandia y Canadá, Trump está validando de manera indirecta la visión civilizacional multipolar de los rusos y chinos. Trump lucha por un área de influencia que pueda controlar cerca de casa, y ya no se trata de defender la visión americana lejos de Estados Unidos. Ahora ese interés se centra en América del Norte (y quizás en Centroamérica). El mundo está siendo dividido una vez más, y Europa se encuentra aplastada entre fuerzas imparables.
Europa está en crisis y en declive
Al mismo tiempo, Europa hace frente a un declive global: ha dejado de importar, ya sea a nivel político, tecnológico o económico.
- Políticamente, Europa ya no importa. Sigue las órdenes de sus acreedores de Oriente Medio, incluyendo a Catar. Se ha visto reducido a darle la mano (tal y como planteó un ministro alemán) con el nuevo líder terrorista de Siria. Los escándalos de corrupción y abusos de poder en el Parlamento y la Comisión Europa minan la misma idea de lo que debería ser Europa. Y, una vez más, la sombra de Catar se cierne sobre ambos. Las interferencias son diversas, y la llegada de Musk al gobierno de EE.UU. constituya una amenaza más.
- Tecnológicamente, Europa ya no importa. La innovación tecnológica se ha vuelto demasiado complicada. En el 2022, y según WIPO, Asia presentó 7 veces más patentes que Europa, y Estados Unidos el doble.
- Económicamente, la industria europea se encuentra moribunda y la moral entre las empresas está a media asta. La energía es un 50% más cara que al otro lado del Atlántico, lo que contribuye a la desindustrialización del continente. Eso sin mencionar la forzada transición ecológica, que no es más que otro clavo en el ataúd. Las agencias de calificación ya han rebajado la calificación de Francia, y no es más que el principio. Por último, pero no menos importante, Europa se desmorona bajo legislaciones que frenan la productividad. Sus principales motores económicos, Alemania y Francia, deben cambiar sus modelos económicos o harán frente a una profunda crisis.
Para vivirlos desde dentro, diría que la tecnocracia progresiva en la que vive Europa se parece cada vez más a una burocracia soviética. El continente se ha convertido en una «fábrica de gas» poco eficiente, desarrollando un ecosistema que legisla actividades y recauda ingresos. La ideología de este ecosistema es anti industrial, y ha abandonado cualquier ambición de poder. La Unión Europea le ha demostrado al mundo durante la guerra en Ucrania que constituye un «poder nulo».
Rusia: el inicio del fin
Tal y como sabemos, Putin alberga sueños de grandeza y nostalgia hacia la URSS. Quería dar un golpe atacando lo que consideraba una presa fácil, pero nada ha salido como preveía. Las finanzas de Rusia están sufriendo, y el aumento de los sueldos ya no logra para la inflación.
Rusia se ha convertido en un estado paria y ha perdido prestigio en oriente. Los chinos y los turcos están al acecho, igual que los americanos. Todos quieren privar a Rusia de sus fuentes de energía y minerales. Es importante comprender que Rusia, con su amplio territorio y sus grandes reservas, es la gallina de los huevos de oro para cualquiera que consiga hacerse con ella. Rusia ha dejado al descubierto su debilidad y ha abierto el apetito de los países que son, o esperan ser, el centro de gravedad del próximo orden mundial.
Quedo atenta a los cambios , ya que promociono este artículo el día de hoy.
Solo es cuestión de tiempo hasta que la Rusia de Putin colapse. Las sanciones, la total falta de entregas de gas a Europa, y el precio en caída libre del barril de petróleo son solo algunos de los obstáculos a los que hacen frente los rusos. Ni siquiera el fin de la guerra supondría una recuperación: la inflación (del 20%) es prohibitiva para los inversores privados, y la demografía se encuentra en su peor momento.
De cerrarse un «trato» entre los chinos y los americanos, los rusos podrían perderlo todo. Sea cual sea el escenario, Rusia continuará debilitándose y volviéndose cada vez una presa más fácil.